sábado, 12 de noviembre de 2011

XXXIII Emangbunabri Comunicado

TENGAN VIDA EN ABUNDANCIA (Juan 10:10)


Comunicado del 23 Encuentro de Misioneros de las áreas ngäbe, buglé, naso y bri bri



En nombre de Ngöbö, en nombre de Chube, en nombre de Sbo, en nombre de Sibu, en nombre del único Dios, Madre y Padre de todos los pueblos, a quien hemos conocido en Jesucristo, nos reunimos en Buenos Aires, Ñürün, Comarca Ngäbe-Buglé (del 24 al 27 de octubre), representantes de diferentes lugares en donde la Iglesia Católica trata de servir y estar presente en medio de los pueblos ngäbe, buglé, naso y bri bri: desde Bonyik hasta Santa Catalina, desde Sirichodi (Alto Ortiga) hasta Soloy, el Señor Jesús nos ha congregado para compartir experiencias y profundizar nuestros compromisos. Continuamos con nuestro Encuentro una “tradición” que empezó hace 31 años.



¡Vean los signos de los tiempos!


Hemos comenzado tratando de comprender cuáles son las señales que nos indican qué está sucediendo en nuestros lugares y en nuestro país. Nos escandaliza el hecho de que luego de catorce años de tener la ley de la Comarca, apenas estamos organizándonos para responder a los grandes retos que tenemos. No sólo es culpa del pueblo o sus dirigentes, es también culpa de aquellos que no quieren que haya Comarcas y tratan de destruirlas.


Duele nuestro corazón al ver la situación de mala salud, desnutrición de los niños, educación formal de mala calidad, inseguridad alimentaria que vivimos en la comarca y fuera de ella. Por ejemplo, en educación formal tenemos 555 centros en la Comarca Ngäbe-Buglé y hay 46 estudiantes por docente, según datos oficiales. O bien, hay lugares con hidroeléctricas y la gente del lugar no tiene luz.


Nos preocupa muchísimo que luego de jornadas intensas de lucha con consecuencias de heridos, calumniados y muchas promesas, ahora se quiere ignorar todo eso y se habla de un nuevo Código Minero que no toma en cuenta –nuevamente- las aspiraciones de los pueblos originarios: lo importante es la vida de la gente no las inversiones económicas en minas e hidroeléctricas. Es importante tener en cuenta que la “huella ecológica” que dejamos nosotros y sobre todo los proyectos inmensos que nos han invadido y los que quieren venir, tendrán consecuencias de vida o muerte.


Observamos con tristeza que muchas iniciativas estatales están decididas desde “afuera”, con gran ignorancia de la situación, sin consulta, con desprecio de la gente. Obras sobrevaloradas, promesas incumplidas, presiones politiqueras, demoras burocráticas, etc, son “dolores de cabeza” que tenemos que sufrir y que debemos denunciar. Por eso creemos que en todo esto es vital que se consulte al pueblo afectado.


Vemos con dolor que los hermanos naso aún no tienen un territorio seguro que les garantice la poca tierra que les queda de la que habitaron por siglos. De igual manera, los hermanos de Riscó que han sido desalojados de sus lugares por causa de una gran represa, están a la espera de una respuesta justa.



En lo pequeño está la fuerza


Vemos con esperanza que hay signos de que lo que dice el Evangelio se está cumpliendo: la fuerza está en los pequeños, en los discriminados. Hay señales de mejor organización, de defensa del territorio, de desarrollo de las culturas, de aprecio y exigencia de la educación bilingüe intercultural, de aumentar el deseo de valorarse más como personas, de reforzar la confianza en nosotros mismos más que en las limosnas que nos vienen de fuera.


Desde nuestras limitaciones, también hemos reflexionado sobre un tema particular y muy importante: La educación intercultural bilingüe. Hemos visto la importancia de tener en cuenta todas las culturas en la construcción de la identidad nacional. Panamá tiene una bendición de Dios y una gran riqueza: es un país pluricultural y multilingüe, reconocido en nuestra Constitución, en las leyes de educación nacional (Ley 47 y Ley 88), las leyes comarcales y reivindicado por las luchas milenarias de los pueblos originarios.


La Educación, para nosotros, comienza en la casa y en la comunidad. Es lo que podemos llamar “educación tradicional”. Esta educación es fundamental para el fortalecimiento de la identidad de cualquier pueblo y más de los indígenas. También existe la “educación no formal” que es la que recibimos a través de múltiples talleres, reuniones, cursos, que se dan a lo largo y ancho de los territorios indígenas. Este tipo de educación nos sirve para desarrollar proyectos, para mejorar nuestra preparación como catequistas, para ayudarnos como comunidades. El tercer tipo de educación es la llamada “formal”, la que recibimos –los que pueden- desde el reconocimiento del Ministerio de Educación y desde las universidades.


La educación tradicional hay que mantenerla, reforzarla, desarrollarla, difundirla porque tiene muchas cosas buenas y fortalece la identidad. La educación no formal hay que recibirla siempre que vaya en bien de la comunidad. La educación formal hay que reformarla porque no toma en cuenta nuestras culturas, tradiciones, idiomas, cosmovisión. Es cierto que existe formalmente la educación intercultural bilingüe pero tiene muchas dificultades para desarrollarse aunque en teoría sea muy buena.


Como Iglesia Católica hemos intentado trabajar lo mejor posible en los tres niveles o tipos de educación. Apoyamos todo lo bueno que hay en la educación tradicional y tratamos de desarrollarlo. Constantemente buscamos mejorar la formación de catequistas y agentes de pastoral. También trabajamos desde la educación formal (Kankintu, Tolé, Llano Ñopo, Buenos Aires y otros) para que ésta sea cada vez de mejor calidad.



Dos mandamientos en uno


Jesús nos dejó muy claro, con sus palabras y sus actitudes, qué es lo fundamental en la vida: el amor a Dios y el amor a los hermanos van unidos. Es más, amando en concreto a los hermanos que más sufren, encontramos a Dios (“lo que hagan a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hacen”). Esta es la ley principal del cristiano y deberíamos llevarla a la práctica en nuestros compromisos. También nos inspiran las actitudes de Jesús: por ejemplo, su invitación a la compasión y la misericordia (Lucas 6:36; 10:30-36; 15:11-32). Todo esto nos lleva a afirmar que la vida del pueblo y su bienestar tiene que ser nuestra principal línea de acción.



Señor: ¡Enséñanos a caminar!



En base a todo lo que hemos reflexionado, nos hemos puesto de acuerdo en algunos compromisos, confiados en que tenemos la fuerza de Jesús para llevarlos adelante:



Como pueblo:



· 1. Promover la educación tradicional (idioma, medicina, tradiciones, arte, comida, etc), dentro y fuera de la Comarca, desde la familia, en las celebraciones religiosas, en los talleres de formación, en las escuelas, en los eventos del pueblo. Ser creativos en esto.


· 2. Conocer, preservar y desarrollar la cultura que ayuda y fortalece la identidad del pueblo.


· 3. Enseñar a preservar, cuidar y mejorar el ambiente.


· 4. Contactar con las autoridades tradicionales para que promuevan la Educación Intercultural Bilingüe y participen en nuestros encuentros.



Como Iglesia:



· 1. Dar seguimiento y apoyo a los grupos organizados y al pueblo en sus luchas.


· 2. Elaborar un plan de formación (entre las tres diócesis) para misioneros que trabajan en la Comarca y áreas con fuerte población indígena.


· 3. Sugerir que el Plan de Estudio de IPER (norte de Veraguas) incluya el ngäbere y buglere.


· 4. Aprovechar los medios de comunicación de la Iglesia Católica para difundir la EIB.


· 5. Promover espacios no formales para la enseñanza de la cultura y el idioma.



Ante otros grupos y el Estado:



· 1. Promover encuentros con educadores que trabajan en áreas indígenas. Trabajar con ellos el estudio de la Ley 10.


· 2. Solicitar al Ministerio de Educación el nombramiento de profesionales ngäbe y buglé en las áreas comarcales.


· 3. Exigir, ante las instancias que corresponda, el cumplimiento de la Ley 10 de la Comarca y de la Ley 88 de la EIB.


· 4. Sugerimos que la Comisión de Educación de la Conferencia Episcopal dé curso a estas solicitudes.



¡Ba je Chube ole! ¡Ngöbö riga munben! ¡Dios vaya con ustedes!



Buenos Aires, Ñürün, Comarca Ngäbe-Buglé, 27 de octubre de 2011.

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